Alberto Aguirre | OPINIÓN
Jesús Falcón fue el chofer del primer Tsuru blanco que usó Andrés Manuel López Obrador en el gobierno del Distrito Federal. Otro tabasqueño, Nicolás Mollinedo Bastar había llegado a la dirección de logística del Palacio del Ayuntamiento. Nico es originario de Teapa, amigo de la familia Beltrán, y hasta el 2000 llegó a la capital para incorporarse al equipo del líder izquierdista.
Chuy había caminado con AMLO desde el primer éxodo por la democracia, pero un escándalo que ahora nadie recuerda lo dejó fuera del primer círculo, controlado por Alejandro Esquer y que completaban César Yáñez y Octavio Romero Oropeza.
Mollinedo Bastar manejó el Tsuru hasta que arrancó la primera gira nacional de AMLO, después de su desafuero, hace 20 años. Para la campaña presidencial del 2006, el candidato perredista rechazaría la protección del Estado Mayor Presidencial, pero llamaría al general Audomaro Martínez Zapata para integrarse a su equipo.
Cuando inició la gira, el militar y otros seis elementos castrenses tomaron control de las camionetas en las que se trasladaba AMLO, su comitiva y los reporteros. El vehículo era conducido por Nico y con ellos siempre viajaban Yáñez Centeno y Polimnia Romana Sierra, quien pronto pasaría de ser la asistente personal a la coordinadora de las Gacelas, como se conoció a las policías judiciales que brindaron protección al abanderado de la coalición Por el Bien de Todos.
En la casa de campaña, Esquer y Romero Oropeza trabajaban al margen de los dirigentes de los partidos involucrados en esa coalición y del coordinador formal de esa campaña, Jesús Ortega. Allí estaba Mauricio Soto Caballero, para gestionar el pago de los gastos de la comitiva del candidato y los eventos de la campaña. Contador egresado de la Ibero, sin nexos familiares con los tabasqueños, se acercó a la campaña lopezobradorista entre los escasos empresarios que entonces se sumaron a la causa izquierdista. Y desde entonces estuvo cerca de Nico. En las buenas y en las malas.
Ambos ahora están en el ojo del huracán, por el presunto financiamiento realizado por Edgar Valdés Villarreal a la campaña obradorista del 2006. La versión de que Soto Caballero habría sido contactado el abogado de la Barbie, Roberto López Nájera, ya era conocida. También, la supuesta vinculación del empresario duranguense Francisco León García con el Grande y su conocimiento pleno de los acuerdos.
El intento de la DEA por incriminar a Nico con el dinero sucio tuvo como protagonista a Soto Caballero, convertido en informante de la agencia estadounidense para evitar su encarcelamiento. ProPublica ofreció ayer una detallada cronología de los contactos de López Nájera y Soto Caballero, y de las grabaciones a Nico realizadas en vísperas de la segunda campaña presidencial de AMLO, en el 2011.
En el expediente del caso se identifica a Mauricio como CS-1 y el autor del reportaje, Tim Golden, confirmó que se trata del colaborador de Nico, tras de que su identidad fuera revelada por la periodista Anabel Hernández en un artículo de DW News.
Ni Soto ni Mollinedo participaron en la tercera campaña presidencial de AMLO. Al arranque del actual sexenio, junto con Nicolás Mollinedo y el actor Ariel López Padilla, impulsó el lanzamiento del Movimiento Ambientalista Social por México
Con el paraguas de una fundación dedicada a la atención de las familias que padecen alta marginalidad social, Soto Castillo nunca cejó sus esfuerzos por conseguir un cargo de representación popular. Apenas en agosto del año pasado se inscribió en la contienda interna de Morena en el distrito X, con cabecera en Miguel Hidalgo pero fue declarado inelegible por la directiva encabezada por Sebastián Ramírez.
Nico no aceptó incorporarse a Morena o ser funcionario público y actualmente radica en Cancún.
Mauricio quiso hacerse del control de la cooperativa Cruz Azul hace dos años. Y mantiene su participación en la asociación Control Ciudadano y la fundación Sembrando Futuro.
Publicado por El Economista.