SEAMOS CLAROS: HABLEMOS DE INFLACIÓN Y PERSPECTIVAS PARA EL 2022

Oliver Velasco*

Me gustaría comenzar por explicar el fenómeno de la inflación como indicador, su relación con la pobreza y el interés que esto debe suscitar en el gobierno como un problema de interés general de todos los aspectos de la política económica del país y no únicamente de la política monetaria del Banco de México. Finalizaré con una breve pero sustancial recomendación para poder dar una mejor perspectiva a la economía del país a fin de procurar tener un segundo semestre de 2022 con mejores perspectivas, digo segundo semestre, porque el primero ya pinta con un panorama no favorable.

La inflación es un fenómeno normal cuando una economía se expande y va creciendo: supongamos que usted tiene una parcela, cada año usted invierte algo de dinero para el diésel, las semillas, el abono, los fungicidas o plaguicidas, la mano de obra y la venta de su cosecha. Si usted quiere expandir su parcela a más terreno, va a necesitar más recursos, si usted no expande su terreno, la tierra poco a poco va a comenzar a rendir menos, aunque usted gaste más en abono y otros insumos. Por lo que de cualquier manera el costo de producción, no sólo en su parcela, sino en cualquier industria tiende a elevarse y esta elevación de costos se pasa hacia los consumidores. Si usted pesca, cada vez tendrá que ir más lejos para conseguir peces, y así sucesivamente. Eso es la inflación, la cual hasta cierto punto siempre indica que una economía se ésta moviendo, es decir, que hay producción y hasta cierto punto crecimiento.

Existe un fenómeno llamado deflación que indica que los precios de algún producto disminuyen, y este es un fenómeno que indica que, o no hay demanda de dicho producto, o no hay producción del mismo, por lo que es algo rarísimo que existan niveles de deflación, sin embargo cuando ha llegado a haber significa que una economía está en un situación grave. De la misma manera, cuando la inflación tiende a acelerarse significa que hay escases de determinados productos, lo que implica que se requiera más dinero para adquirirlos, o que la economía se está sobrecalentando y pone presión en la producción de insumos primarios. La Inflación por sí sola no nos puede indicar esto, es necesario entonces observarla junto con el comportamiento del crecimiento económico.

El crecimiento económico usualmente se mide con el PIB, que implica cuatro factores fundamentales a medir: El consumo, La inversión, el gasto y la resta entre importaciones y exportaciones, que nos pude dar un déficit o un superávit. Estas medidas se hacen cada mes, cada trimestre, cada semestre y cada año. Por eso a veces pueden ser engañosas, por ejemplo: si decimos que la economía creció un determinado por ciento respecto del año pasado, podríamos irnos con la finta que eso es muy bueno, si no tomamos en consideración que el año pasado la economía estaba muy deprimida. Entonces cuando vemos que una economía crece y la inflación crece relativamente respecto a ella, se puede decir que las cosas no están tan mal, porque el crecimiento y la inflación tienen una correlación. Sin embargo si la economía no crece y la inflación sí, eso significa que hay un problema porque comienza a haber escases de productos y estos están encareciendo.   Y eso es precisamente lo que está ocurriendo en nuestro país y en todo el mundo.

Como bien sabemos hay una pandemia que impidió durante mucho tiempo que todas las industrias funcionaran a plena capacidad por casi un año, y aun ahora, muchas de ellas como las de los microchips presentan grandes retrasos respecto a sus pedidos, encareciendo los productos. Aunado a ello muchos gobiernos alrededor del mundo aumentaron la cantidad de dinero para estimular el crecimiento económico, para que las personas gastaran más y los inversionistas hicieran más negocios pusieron a andar la maquinita de los billetes. Pero esto presenta un problema: el dinero para fines prácticos es como cualquier otro producto, mientras más hay menos vale. Y si hay mucho dinero este vale menos aumentando la inflación, si le sumamos la escases de otros productos que se intercambian por dinero, pues el escenario esta puesto para una subida de inflación en todo el mundo.

Entonces los bancos centrales, entre ellos el Banco de México, tienen la tarea de disminuir la inflación reduciendo la cantidad de dinero líquido para que este empiece a estabilizarse respecto la cantidad de productos que hay. Sin embargo, otra tarea es aumentar la producción para que no haya escases de productos y esa no es tarea de los bancos centrales, sino de los gobiernos. Muchos gobiernos por todo el mundo tienen el mismo problema que nuestro país en estos momentos, pero están tomando medidas en torno a regularizar sus niveles de producción a fin de poder combatirla, por ejemplo: Estados Unidos ha aplicado un paquete de estímulos de gasto en infraestructura que pretende hacer que siga estimulando la economía y así combatir la inflación.

México ha aprobado el mayor presupuesto en infraestructura que haya tenido hasta ahora, pero los proyectos de infraestructura no están en manos de las constructoras que podrían generar empleos, sino en el ejército. Además los proyectos en sí no van destinados a un plazo que reactive la economía de manera inmediata. Por otro lado una buena parte del gasto público va dirigido hacia programas que no necesariamente estimulan el crecimiento económico. De esta manera es necesario que en México se redirijan los recursos a otros rubros, además probablemente los estímulos a las empresas privadas requieren de disminuir de alguna manera la recaudación fiscal, por lo que no siempre aumentar el gasto del gobierno es una solución. Recordemos que la inversión y el gasto son rubros del crecimiento y estimulando estos recae menos peso en lo que el Estado erogue.

En estos momentos por más ajustes que Banxico haga a su política monetaria, si no hay un estímulo por parte de la Hacienda Pública a la economía, será muy difícil salir del círculo inflacionario de donde estamos. Las perspectivas para el primer  semestre del año entrante no se ven muy bien, debido a que todavía se tienen problemas de logística en todo el mundo que se ven retrasados por un compromiso de los países hacia la transición energética, cosa que lleva tiempo y seguirá retrasando los tiempos de producción y distribución de productos en todo el mundo. México debe subirse también a esta ola de transición energética e implementar políticas fiscales de estímulo a la inversión, o nos iremos rezagando en un circulo vicioso de decrecimiento e inflación.

*Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la Facultad de Ciencias Sociales en las licenciaturas de economía y sociología. Licenciado en filosofía maestro en estudios filosóficos por la Universidad de Guadalajara, maestro en gestión pública aplicada por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente doctorante en la Universidad Autónoma de Nayarit/ Integrante de Unidad Democrática Sinaloa.

Contacto a: olivervelasco@hotmail.com

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