Carlos Venegas*
Con los recientes juegos olímpicos pudo ser notado el nivel de poder suave que estos ejercen, en cómo los actores internacionales pasan del escenario de guerra y política para continuar su combate en los espacios deportivos, el hecho de ver cómo Estados Unidos quedaba desplazado por sus enemigos, especialmente China e incluso Rusia a pesar de su incansable intento de retirarlo del evento logró participar como parte de su comité olímpico.
El ejemplo más patético que se pudo notar como mal perdedor, fue por parte de EUA quien decidió colocarse en sus medios nacionales como vencedor de los juegos a pesar de su abismal diferencia en varias competencias por el simple hecho de no soportar no ser el número uno, algo claro de una potencia en decadencia que no pueda hacer otra cosa más que sostener su imagen en declive.
Uno de los grandes problemas de este softpower es su función como arma de doble filo que muchas veces puede resultar contraproducente, si bien le puede servir a naciones que necesitaban de una distracción ante su situación política interna tales como Cuba o especialmente Venezuela, pero también se encuentran aquellos como México que a pesar de que sus competidores no quedaron en posiciones tan bajas, el hecho de sólo alcanzar el bronce dejó aún más bajo el apoyo por parte de la población hacia el gobierno que de por sí ya se encontraba bastante decaída no hizo más que declinar su apoyo aún más sin olvidar claro las numerosas denuncias por parte de los deportistas sobre cómo son despreciados por los presupuestos gubernamentales y aun así, se espera todo de su parte.
Por otro lado, podemos ver el juego geopolítico del deporte más popular del mundo, el fútbol, que para algunos no es sino otro ritual de guerra, donde uno debe combatir con otro enemigo, dispararle, acabar con él, planear estrategias, alentar a la población bajo una sola bandera, mostrar poder sobre otros; por el momento podemos ver que en Occidente mientras el deporte pasa por una transición donde naciones poderosas organizan un golpe de Estado contra la autoridad suprema de su región que en este caso nos referimos a Europa con su actual disputa entre la formación de la llamada Super Liga que intenta independizarse de la UEFA, el órgano representante de la FIFA en el continente, los países que intentan buscar su autonomía principalmente Francia, Inglaterra e Italia potencias indiscutidas en dicho deporte corren el riesgo de causar una reacción en cadena y claro dar pase libre a que otras potencias a nivel mundial tomen su lugar como es el caso de China quien cada vez más no sólo invierte en su país para mejorar su deporte de manera continua desde 1994, sino que incluso comienza a hacer uso de ello como fuente de poder para influenciar más y más en sus enemigos, especialmente los occidentales.
Por el momento no se puede asegurar si China expandirá su evolución futbolística sobre otras regiones y continentes, pero es claro que será un nuevo jugador estrella en este campo durante este siglo.
Como conclusión podemos ver la importancia del deporte como arma política de doble filo, formando parte del softpower cultural, ya que los resultados son aunque aleatorios muy satisfactorios la cantidad de inversión que se requiere para ejercerlo es exorbitante lo cual lo deja sólo a merced de los países más ricos del mundo dejándolo restringido para la mayoría del planeta.
En el caso de México si bien el fútbol ejerce gran influencia de la población definitivamente estamos de lejos de ejercer una influencia internacional, lo más lógico sería por lo menos apoyar deportes en donde podemos generar una imagen sobre otros, especialmente que se pueda destacar en las olimpiadas donde debemos mostrar siempre mucho más poder que en el fútbol.
*Carlos Venegas Toledo es Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Durango, cursó Análisis Geopolítico en la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM; cursó Estudios Geopolíticos en la Universidad de Carlos en Praga. Es integrante de Unidad Democrática Sinaloa UDS, movimiento político ciudadano.
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