Llegue temprano para ser de los primeros, nos recomendó el contador.
A las 8:00 llega el personal.
16 minutos antes de la hora arribamos al vetusto y descuidado edificio de la antigua aduana de Mazatlán, donde hoy se encuentran ubicadas las oficinas del SAT.
Íbamos sin cita, al volado, porque desde hacía tres días antes no se podían tramitar las citas en la página oficial; ya ve que cada rato se satura y para no batallar la tumban, congelan o simplemente no atiende.
Para nuestra sorpresa, a pesar de llegar antes, a temprana hora habían varias personas haciendo fila, muy particularmente en la llamada “personas con cita”; en la segunda a donde llegábamos aquellos que no teníamos cita…estaba desolada.
Una de las cuatro personas, de edad más que madura, que tiene contratado este ente burocrático a empresa privada de seguridad; se acercó a preguntar: ¿Qué se le ofrece? ¿a qué viene?, ¿Por qué no tiene cita?, ¿Qué piensa hacer?, ¿trae identificación?, ¿viene solo?… debe de venir solo.
- Acompaño a mi hija porque es la primera vez que realiza un trámite aquí.
Y tras mirarte con ojo clínico, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, expeta: Usted espera afuera…tiene que entrar sola.
Afortunadamente llevábamos uno de escasos periódicos que circulan impresos y que adquirí en un Oxxo con un mal café por aquello del ‘sabrá Dios cuanto tarde uno’, cruzamos la angosta calleja Venustiano Carranza a buscar algo de sombra.
Desde ahí apreciamos tercia de lonas donde invitan a realizar los trámites en línea y con el SAT ID con unos pasos más densos que yogurt griego… Imbófidos engañabobos, es una de las páginas más ineficaces.
Al edificio le falta mantenimiento, la clásica manita de gato, pintura; en una ciudad de tanto salitre hay espacios de enjarre caído… en fín ha de ser parte de la criminal austeridad republicana.
Qué curioso… ha pasado una hora con tres minutos y sale mi hija con el documento en la mano.
¿Y los de la larga fila de citados?… No ha entrado el primero de la fila.
Eso es eficiencia a la inversa o cómo dijo una persona evidentemente molesta… y eso que somos los que contribuimos para mantener holgazanes y parásitos.
¡Molto cherto!.