- El expresidente Vicente Fox y su familia, quienes decidieron vivir en México, se dedican a atender las labores que surgen del “Centro Fox” en Guanajuato, así como la “Fundación Vamos México” y “Crisma”
El auditorio es un reverbero de estudiantes. Los pasillos, los comedores, las salas de estar. Son hijos de mexicanos de varias universidades nacidos en Estados Unidos o llevados a este país desde muy pequeños. Visitan el Centro Fox con el objetivo de buscar una salida diferente a la de sus padres.
“¿Qué hacemos con la migración?”, se preguntan.
No es ninguna casualidad el arribo de los jóvenes al Centro Fox, una ex hacienda, centro de trabajo de la organización no gubernamental y hotel ubicado en San Cristóbal del Rincón, Guanajuato, a poco más de 300 kilómetros al norte de la Ciudad de México.
Es lugar donde nació el expresidente Vicente Fox y a este proyecto él dedica su vida después de que dejó Los Pinos en 2006 y poner fin a la hegemonía de siete décadas de un solo partido: el Revolucionario Institucional (PRI).
Los jóvenes visitantes de Estados Unidos están ahí por un acuerdo entre la Universidad de California San Diego (UCSD), el expresidente de México Vicente Fox y su esposa Marta Sahagún. Buscan formar líderes binacionales entre muchas otras actividades relacionadas con empoderamiento de grupos vulnerables.
Pronto inaugurarán un centro de estudios de la UCSD que ofrecerá cursos y clases en español en línea desde la biblioteca del recinto. La biblioteca del Centro Fox la construyó el arquitecto y catedrático Francisco Serrano, quien a su vez es el autor de la Biblioteca Vasconcelos en Ciudad de México…
De todo esto, los visitantes se enteran a través de visitas guiadas o por su caminar en los pasillos y los recintos, donde aparecen omnipresentes el exmandatario y su esposa. Se les mira en fotografías, en cuadros, a color en blanco y negro; en persona, por las oficinas, los patios, el auditorio.
La Sala de la Hacienda, el sitio que fuera el lugar favorito de Mercedes Quesada, madre del ex presidente, ahora está abierta al público en el Centro Fox. Foto: Andrés Tapia.
Marta abrazando a Vicente y éste a Sahagún. Tomados de la mano por jardines, de frente a las cámaras en actos oficiales, en familia, elegantes, casuales, a caballo…
“Una vez que terminamos la Presidencia de la República, nos venimos a este lugar a trabajar en lo que nos gusta: la educación de personas que no tienen nada y todo merecen”, dice Marta Sahagún en entrevista con este diario sobre la vida de los Fox (o la pareja presidencial como se hacían llamar) tras dejar el poder.
“Es la única casa que tenemos, es la casa de Vicente hace 45 años y aquí tenemos mucho compromiso, mucha pasión y aquí vamos a seguir”, ataja. “Aquí nos vamos a morir”.
El presidente Vicente Fox y su familia es, junto con Felipe Calderón, un presidente que no se fue a otro país cuando dejó el mando. Pero, a diferencia de éste último, quien declara su residencia en la Ciudad de México, el primero reside en esta provincia mexicana acosada por el crimen organizado en el estado más violento de los últimos tiempos: Guanajuato.
La violencia se ensaña con muchos estados del país, pero solo seis concentran el 48% de los homicidios dolosos en el país, de acuerdo con cifras oficiales. Encabezados por Guanajuato, Michoacán y Estado de México; Baja California, Jalisco y Sonora.
Desde San Cristóbal del Rincón y sus alrededores corren noticias de asesinatos de mujeres en sus domicilios, de hombres en trituradoras, detenciones de jefes de plaza de los cárteles, de operativos, de extorsiones a negocios, a tortillerías, a taxistas…
De cualquier modo, los Fox se levantan a trabajar ahí. Tienen tres proyectos. Además del Centro Fox, la Fundación Vamos México, para la educación, y Crisma, para niños de bajos recursos y educación.
En el Centro Fox tienen cursos y talleres, el programa Presidente por un día, el Museo presidencial de aquellos tiempos en que el fundador se codeaba con los mandamás en turno y hasta una orquesta formada por niños de bajos recursos.
A la par, el exmandatario tienen algunas empresas que administra con apoyo de Cristina, una de sus hijas a quien se le mira escuchando las propuestas de los hijos de migrantes. Ella era un rostro visible en tiempos del mandato de su padre; ahora, está tras bambalinas, soltera y en los negocios. “Tenemos a Paradise, una tienda en León y San Miguel Allende. Arándanos, una distribuidora de tractores y también administramos el hotel Hacienda San Cristobal. Con lo que se recauda del hospedaje, se alimentan las fundaciones”, acota.
“Nuestra vida normal porque nunca dejamos de tener los pies en la tierra”.
Son las 10:00 de la mañana. Los estudiantes estadounidenses de visita al Centro Fox ya desayunaron y llegaron de camisas y vestidos de coctel al auditorio para escuchar la conferencia magistral. El anfitrión les dirá por qué confluyen el liderazgo y la migración.
“El liderazgo les permite a las personas alcanzar casi lo imposible”, advierte. “Pero no puede haber liderazgo sin compasión y eso lo tenemos que entender”.
La compasión hace eco. Quienes están presentes saben que la compasión por su país de origen es clave en estos tiempos. Por eso buscan fórmulas para hacer equipo con sus pares aquí aunque alejados por la frontera.
En uno de los corredores de la ex hacienda, Laura Enríquez, profesora de la Universidad de California Irving, tiene claro que el acercamiento entre ellos sólo es posible en la medida en que puedan financiarse los viajes. “Es muy caro y cuando podemos venir generalmente es para ver a las familias”, advierte. “Pero queremos venir más para trabajar en conjunto con gente de aquí”.
El debate en el futuro mientras el anfitrión está en el presente. En entrevista con este diario en una de sus oficinas de muros de cristal ubicadas al fondo del Centro Fox, tiene claro que está a más de dos décadas de la gloria del poder y otros escándalos que involucraron a sus hijastros.
Los hermanos Bibriesca Sahagún, hijos de Marta fueron investigados por deficiencias en construcciones de casas, irregularidades en adquisiciones de terrenos y tráfico de influencias en contratos de la empresa Oceanografía, de la cual eran socios. Sin embargo, las denuncias no procedieron en la entonces Procuraduría General de la República.
Fox está ahora más cerca de dos temas en los que tuvo más éxito en su administración: la migración y la seguridad.
Fue él quien apoyó por primera vez los derechos políticos de los migrantes y resolvió compensar a trabajadores temporales del programa Bracero defraudados décadas atrás por los gobiernos priístas, entre otras acciones.
En el tema de seguridad, las estadísticas oficiales revelan que entregó las mejores cuentas de los últimos expresidentes: con Carlos Salinas, se registraron 76,767 homicidios; con Ernesto Zedillo, 80,671; Con Vicente Fox, 60,280; con Felipe Calderón, 120,463 y con Enrique Peña, 156,066.
Hasta mayo pasado, el sexenio de Andrés Manuel López Obrador registró 123,435 asesinatos y así ya rebasó los muertos contabilizados en la administración del panista Felipe Calderón, quien inició la guerra contra el crimen organizado.
Durante primera mitad de 2022, AMLO suma 412 masacres; esta semana acribillaron a dos sacerdotes y el papa condenó el crimen. La extorsión se sofisticó y hoy controla desde la venta de pollo en Chilpancingo, hasta la de limón y aguacate en Michoacán.
Frente a tal situación, Vicente Fox ha sido un político retirado en los hechos, pero no de palabra. A través de la red social Twitter ha sido un duro crítico y más aún de la actual administración a quien considera “subordinada” a las políticas estadounidenses.
¿Qué ha sido de la vida cotidiana de Vicente Fox después de la presidencia?
Bueno, la vida cotidiana desde hace 18 años. En 2006 seguimos con una nueva vida Marta y yo, relacionada con el servicio a los demás, trabajar por otros y crear tres fundaciones.
¿Por qué le sigue el tema de la migración? ¿Sigue pensando que la salida es el trabajo temporal?
Sí, pero se tiene que hacer un acuerdo muy grande. Sabemos que EE. UU. determina su apertura de la migración dependiendo de la economía, cuando crece más, las oportunidades se abren, necesita migrantes, cuando su economía se hace pequeña, las cosas funcionan al revés.
Pero hace falta un marco regulatorio, una política pública que EE. UU. tiene y no está completa. Así estuvo muchos años. Luego entró Trump y le dio un viraje de 180 grados, Biden trata de mejorarla pero no ha podido y México no tiene una política integrada, no hay una política con López Obrador, solo corresponde a los intereses americanos, se somete y hace lo que le dicen en el Norte, ahora Biden y Kerry.
¿Lo que se necesita es un convenio al estilo Canadá, pero entre México y EE. UU.?
Esa fue la intensión del presidente Bush y tu servidor. Logramos una propuesta de ley y un marco regulatorio que daba a los migrantes oportunidades amplias para trabajar en EEUU con una especie de cuota condicionada. Si había crecimiento económico darían más visas y menos del 3 o 4% serían menos. EU necesita migrantes para hacer las tareas que ellos no pueden llenar.
¿Los acuerdos de trabajo temporal son muy superficiales?
No hay una posición concreta, va variando según la administración de EE. UU. en turno y no está regulada por la ley, ni por el congreso.
¿Qué hace falta?
Un líder frente al congreso que tome el toro por los cuernos.
¿Cómo puede presionar México?
No lo hará porque hay un presidente ausente del tema, no hace nada por defender a los mexicanos en el exterior, no hace nada por ordenar la frontera sur y no hace nada por atender a los migrantes que están en México, sólo utiliza el garrote del imperio americano para obligar a los migrantes a quedarse en casa. Lo que se necesita es un plan regional que abarque más un país en un desarrollo regional que genere empleos y oportunidades.
Pero mientras paguen mejores salarios en EE. UU. todos se querrán ir de todos modos, ¿es una lucha perdida?
Sí está perdida porque la gente necesita esos salarios y se cerró la frontera con Trump, ni siquiera el tema con los jóvenes en DACA ha prosperado, Biden no ha podido romper esa barrera y desde México nada va a cambiar mientras no tengamos un presidente que se ponga de pie, de tú a tú con EE. UU.
¿Qué opina de la inseguridad en México?
Es un desastre absoluto y total, un presidente que le tiene miedo a los capos o que francamente está asociado con ellos y con los carteles porque los saluda, se quita el sombrero, les echa aplausos y la seguridad no se atiende. El Ejército mexicano es una vergüenza que sigue la instrucción de no detener a criminales y está perdiendo en imagen y en respeto por seguir las instrucciones de López Obrador. El tema visible de la seguridad es desastroso con el crimen organizado, pero lo invisible, lo que no se pone en la mesa es mucho peor: el robo el asalto, las camionetas de transporte, en el transporte público, el chantaje a los negocios. Hay un gobierno ausente y fallido en seguridad y no entiendo por qué Estados Unidos le da el visto bueno porque EE. UU. es el más perjudicado de que no se detengan a estos capos.
El presidente actual dice que sus antecesores tampoco hicieron nada por la seguridad.
Está loco y mintiendo: Calderón se puso los pantalones, yo no tuve que usar violencia, el mejor índice de seguridad es el mío, la única época en que bajó el crimen. Con Calderón no hubo eficacia, pero sí acciones: tuvo a los narcos a la defensiva. Peña los contuvo y AMLO dio paso libre y les dio franquicia a los criminales. Controlan al presidente municipal, al gobernador y los negocios.
¿Están controlando la economía?
La economía, el robo de gasolina y el gobierno no hace nada.
Algo que quiera agregar para esta entrevista
Que EE. UU. debe de seguir siendo el líder mundial, el que guíe el camino a la democracia porque a nivel mundial hay tormentas. En Latinoamérica se está dando un viraje hacia la demagogia y no va a haber empleo ni soluciones y solo promesas que no se cumple con estos líderes demagogos y populistas.