ALBERTO AGUILAR.
Las fiestas decembrinas están a la vuelta de la esquina.
Próximamente los cajeros se verán con largas filas. Las instituciones bancarias se verán abarrotadas. Los retiros y depósito de efectivo será el objetivo común de quienes visiten la banca en el puerto. Las tiendas departamentales también lucirán abarrotadas.
Por las calles del centro correrá como arroyo el efectivo, si de retórica hablamos. Sin embargo, será un reto para las corporaciones de seguridad municipal y estatal, el de vigilar a los amantes de lo ajeno. Algunos ya están ubicados por los policías otros pasarán desapercibidos, tal vez por no ser de aquí o simplemente por ocasión.
Como reguero de pólvora se reflejó en los medios informativos la noticia del asesinato del niño de 8 años de edad, en Escuinapa. Toda un vida por delante. Muchas cosas que aprender. Muchas experiencias por vivir. Alegrías y tristezas por descubrir.
Todo se fue a la nada por un hombre que decidió acabar a su manera con la existencia del pequeño de 8 años. Lo que más llama la atención es que los padres del homicida “le acuacharon tal aberración”.
La tía del niño, doña Catalina, dijo que vio al padre del homicida cuando le hacía señas al agente policial de que algo había dentro de la casa. Todo hace suponer que era el cuerpo del niño ya sin vida. Como puede ser posible que toda la familia sabía de lo “sicópata” de su hijo no hicieron nada por reformarlo. Tal vez un “airado”.
Tanto tiene culpa el ejecuta un acto tan vil y cruel, como quienes le ayudaron a omitir dicha acción. Un caso más para Ripley.😔
