SEAMOS CLAROS: A un año del Culiacanazo.

Oliver Velasco

Tres reflexiones son las que presento a continuación, por supuesto esto no excluye que pueda haber muchas otras lecturas que se le puedan dar al fenómeno del narcotráfico, a las consecuencias políticas del acontecimiento y a las perspectivas sobre las políticas públicas en materia de seguridad. En este sentido comencemos por el fenómeno del narcotráfico y el control de las zonas en distintos estados de la república. Algo que nos dio a entender el acontecimiento de la toma de Culiacán hace un año es la capacidad de movilización de fuerzas armadas que tienen las organizaciones que se dedican al trasiego de drogas, cosa que ya se sospechaba, pero que ahora se tiene la seguridad que es equiparable a la de las fuerzas del orden, por lo menos en lugares muy específicos del país.

El fenómeno del narcotráfico entonces ha penetrado la capacidad de uso exclusivo de la fuerza de las fuerzas del orden estatal, pero no solo ha permeado de esa manera en ese orden de gobierno, sino que los recientes escándalos sobre los previos titulares de la secretaria de la defensa y la seguridad pública ahora detenidos en Estados Unidos nos indica que ha contribuido activamente en el debilitamiento de estas instituciones, de esta manera se puede establecer que las distintas organizaciones del crimen organizado presentan una estrategia y no únicamente tácticas delictivas. La estrategia implica una planeación que les ha permitido hacerse con el control de zonas completas del país a pesar de las desafortunadas declaraciones del ahora pretendiente a la candidatura por el gobierno de Sonora, Alfonzo Durazo. Esta estrategia presenta un doble panorama: hacerse con la capacidad suficiente en tanto recursos armamentísticos para tomar el control de lugares específicos, como debilitar las capacidades del enemigo y minar sus esfuerzos para conservar dicho control del estado.

Las muestras de fuerza por parte de los carteles en zonas específicas van  acompañadas con la comparsa de las instituciones armadas o con la disminución de su presencia efectiva en las mismas áreas. Esto implica que la configuración territorial del narcotráfico vaya creciendo y haciéndose más común entre la población civil. Culiacán es la muestra entonces, no solo de la capacidad armada de las organizaciones criminales, sino del abandono del estado a estos territorios, si no la ciudad per se, sus alrededores de donde se movilizo toda esta fuerza y de la organización táctica y estratégica que dichas organizaciones poseen.

Pero ¿Qué consecuencias políticas tuvo y tiene? Aquí hay un fenómeno muy interesante a tomar en consideración. Si tomamos la política como la capacidad organizativa del estado sobre un territorio tiene muchas consecuencias, sin embargo si tomamos la política como un proceso de legitimación de una autoridad, aunque de facto esta no tenga el control sobre un territorio las lecturas son completamente diferentes. Posterior al acontecimiento a la liberación de Ovidio uno de estos discursos predomino sobre el otro: el de la liberación a cambio de las vidas de cientos, sino de miles de personas. Fue una estrategia de comunicación tremendamente efectiva que logro mantener la legitimidad del gobierno intacta. Mientras que hay muchos errores que señalarle al gobierno respecto a este acontecimiento, un acierto que hay que concederle es la capacidad que tuvo de mantener la credibilidad en las instituciones del gobierno, tanto la del ejército mexicano, como la del mismo gobierno federal.

Lo que pudo haber sido un acontecimiento coyuntural como lo fue el caso de los 43 de Ayotzinapa en el gobierno de Peña Nieto, se convirtió en un anecdotario de, en sus consecuencias más funestas, una mala experiencia en cuanto a un operativo. Esto se debe a, tal vez uno de los mejores ejercicios que la actual administración realiza: el manejo de medios y de la agenda mediática. Aunque habemos quienes seguimos hablando de estos temas y continuamos intentando poner en la palestra el peligro que es la perdida de efectividad política y control sobre los territorios. En la agenda pública esto no se encuentra allí, ni siquiera en los medios más antagónicos hacia el presidente y su administración el acontecimiento fue remembrado.

Pero el hecho que no se mencione no quiere decir que no haya resultado en una lección para el estado, con la que haya tenido que ajustar las políticas públicas respecto a la seguridad. En este caso al parecer por lo menos las estrategias respecto al combate al narcotráfico han cambiado en el sentido de no buscar las grandes aprensiones de carteles con capacidad de respuesta violenta lo suficientemente grande para poner en peligro a la sociedad o a las mismas instituciones. Tal fue el caso de la detención del marro, líder del cartel Santa Rosa de Lima, que representa un cartel menor. Por otra parte la insistencia del ejecutivo federal en que la secretaria de marina tomara control de los puertos y aduanas debe ser por insistencia de estos organismos para poder combatir de manera más efectiva el contrabando de armas hacia el interior del país. Al parecer los decomisos de droga y los grandes operativos han quedado de lado para intentar fortalecer las instituciones que se encargan de la seguridad. Claro que esto tiene sus desventajas a corto plazo.

Por el momento habrá que esperar a ver si esto es suficiente, porque parte del enorme problema que se tiene con las políticas centralistas es que descuidan la periferia y por ende las instituciones de seguridad pública, municipales y estatales se pueden convertir en potenciales focos de problemas, que de cierta manera ya lo son al no poder generar paramentos de confiabilidad para la cooperación interinstitucional.  A un año del culiacanazo podemos decir que la seguridad pública y la integridad territorial, que implica la soberanía están lejos de ser alcanzadas.

 

*Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la Facultad de Ciencias Sociales en las licenciaturas de economía y sociología. Licenciado en filosofía maestro en estudios filosóficos por la Universidad de Guadalajara, maestro en gestión pública aplicada por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente doctorante en la Universidad Autónoma de Nayarit/ Integrante de Unidad Democrática Sinaloa.

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