Los discursos de las décadas de la guerra fría han permeado en la generación que nació en ella y en algunos quienes fueron educados por ellos. En aquellos años se limitaba la división de la ciencia, a dividir la economía entre vulgar: curiosamente, la que se trataba de cálculos, modelos econométricos y planteamientos técnicos sobre política monetaria. Y Economía política: qué era la ciencia del materialismo histórico y el materialismo dialéctico. Conforme el uso técnico fue cada vez más requerido, para aumentar la productividad y la eficiencia en las industrias. Las universidades públicas cuya principal función es colocar a profesionales en las áreas de trabajo propiciando una movilidad social de las clases desfavorecidas, se dieron cuenta que; aquellos “economistas políticos” no tenían otro entorno profesionalizante que no fuera el académico, por lo que les dieron herramientas técnicas cambiando los programas académicos y dejando de lado poco a poco la teoría marxista. La misión de las universidades públicas sigue siendo la misma, pero se han adaptado a su entorno.
Muchos de los profesores qué se reprodujeron en el entorno académico durante ese tiempo generaron una animadversión en contra del uso de la ciencia en términos de productividad, eficiencia e innovación. Contraponiendo términos cómo: explotación laboral, extractivismo y neoliberalismo, utilizando el mismo método dialéctico.
Con las declaraciones del 23 de Abril hechas por la titular del CONACYT: Elena Álvarez-Buylla tenemos que se pretende crear una nueva división en la ciencia, mientras se adoptan los mismos términos que se utilizaron cuando se unificaron la economía política y la economía: innovación, eficiencia y productividad. La ciencia sólo es una y avanza acorde a las necesidades que se nos van presentando como humanidad. Cuando fue necesario implementar un sistema de producción masiva por un incremento en la tasa de población, la ciencia estuvo allí para darnos herramientas tecnológicas. En nuestros días cuando vemos que los recursos planetarios se agotan y que se requieren cambios en estas formas de producción, la ciencia está aquí para dar respuesta a nuestras inquietudes. La ciencia no se puede dividir por ideología, ella responde a las necesidades que la humanidad presenta. Aunque a veces sea tomada como un instrumento político o ideológico, en algún momento, ella retoma el curso de su teleología. La ciencia no es exacta y lejos está de serlo, en muchos de sus casos, pero no es un cuerpo dogmático y a diferencia de muchas otras creencias el cuestionamiento es lo que la hace avanzar. Ella puede ser muchas cosas: Una prolongación natural, sistemática y ordenada de la racionalidad con que resolvemos problemas cotidianos, el conjunto de ideas y teorías que se consideran mejor establecidas por la comunidad de científicos, un esfuerzo intelectual general por comprender racionalmente las cosas, un conjunto de ideas teóricas y experimentales aceptadas, la ciencia aplicada y la tecnología, la propia comunidad social de científicos materializada en instituciones y vínculos sociales específicos y determinada por múltiples tradiciones, la búsqueda de la verdad y la satisfacción de la curiosidad humana de manera sistemática y metódica. Pero en ningún momento es una ideología.
*Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la Facultad de Ciencias Sociales en las licenciaturas de economía y sociología. Licenciado en filosofía maestro en estudios filosóficos por la Universidad de Guadalajara, maestro en gestión pública aplicada por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente doctorante en la Universidad Autónoma de Nayarit/ Integrante de Unidad Democrática Sinaloa.