Una “inquietud” del Arzobispo de Acapulco protegió del huracán Otis a casi 400 personas

 

  • El Arzobispo de Acapulco, Mons. Leopoldo González, recordó cómo una “inquietud” que sintió horas antes de la llegada del huracán Otis a las costas mexicanas puso fuera de peligro a unas 400 personas.

(Por Ana Paula Morales para ACI Prensa)

El Arzobispo de Acapulco, Mons. Leopoldo González, recordó cómo una “inquietud” que sintió horas antes de la llegada del huracán Otis a las costas mexicanas puso fuera de peligro a unas 400 personas.

En entrevista con ACI Prensa, Mons. González contó que la noche en la que llegó el huracán todo estaba “oscuro” y se sentía “en medio de una enorme fuerza destructora”.

“En medio de esta desazón resonaron en mi mente estas palabras del Señor: ‘Estoy contigo. No estás solo’”.

“Me vino al corazón al recordar que ese día en la mañana iniciamos la Asamblea Diocesana de Pastoral (con) casi 400 personas, que duraría tres días”, señaló.

El huracán Otis golpeó las costas de Acapulco, en el estado mexicano de Guerrero, la madrugada del 25 de octubre con categoría 5, con rachas de viento de hasta 330 kilómetros por hora. Al menos 48 personas han sido reportadas oficialmente como fallecidas.

El Prelado indicó que la noche del 24 de octubre, “poco antes de la celebración de la Eucaristía, una señora me dijo que la alcaldesa de Acapulco —Abelina López Rodríguez— había dicho que el huracán ya era de categoría 2. No di mayor importancia, pero al estar celebrando, desde el altar miré que las macetas de fuera se movían mucho”.

“Me entró inquietud”, señaló, y, tras dialogarlo con su equipo arquidiocesano, consideró prudente suspender los trabajos de la Asamblea Diocesana. De esa forma, todos volvieron a sus parroquias, algunas de las cuales se encontraban a unas cinco horas de distancia de Acapulco.

Cuando llegó la “tremenda devastación” del huracán, el Prelado agradeció que los fieles hubieran regresado a sus comunidades y no hubieran pasado la noche ahí. “Al día siguiente, me informaron que se había caído el techo de la casa de la iglesia (…) donde se hospedaría un grupo de agentes de pastoral. Me vinieron lágrimas a los ojos y di gracias al Señor”, expresó.

La ayuda muestra a “Jesús con el rostro de las personas”


El Arzobispo se manifestó conmovido y agradecido ante las muchas muestras de solidaridad que ha recibido la zona, así como por los mensajes del Papa Francisco, obispos, sacerdotes y laicos.


El Prelado resaltó lo conmovedora que resulta “la alegría que vuelve al rostro de un niño al recibir un par de tenis [zapatillas] de la ropa donada, el descanso de una mamá al tener en mano alimento para sus hijos”.

“Quien hace todo esto es Jesús con el rostro de personas, de quienes en Él somos sus hermanos, principalmente en los más pobres”, subrayó.

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