- Por 55 años confeccionó las carrozas cuyos diseños trascendieron fronteras.
- Su legado es indiscutible al marcar toda una época haciendo historia en la Máxima Fiesta de los Mazatlecos.
Redacción.
Nueve años se cumplen hoy de su partida.
Su legado es indiscutible y su figura, sus diseños, su obra y su arte está indisolublemente sellado a la historia de los Carnavales de Mazatlán.
Rigoberto Lewis, sigue siendo insustituible, sin demeritar a nadie; ya no se le ve abriendo el desfile de domingo carnestolendo recibiendo la adoración de su pueblo; de los amantes de la fiesta del momo y la carne.
Un día como hoy, a la edad de 78 años, Los Papaquis callaron para Rigoberto Lewis Rodríguez, al fallecer en la clínica del Issste a raíz de las consecuencias de un derrame. Fue en el 2014.
Todavía en el mes de diciembre, el doctor Lewis había estado trabajndo en lo que serían la carrozas reales, para la Reina y la Reinita Infantil del Carnaval del 2014, que llevó por título “Litoralia: La Piel del Mar”.
Aquel Carnaval, se desarrolló del 27 de febrero al 4 de marzo. No le tocó verlo en su querido Mazatlán sino desde un palco celestial donde, seguramente, continua haciendo de las delicias con sus largas y entretenidas conversaciones.
Don Rigo, nació y vivió toda su existencia en el Centro de la Ciudad, por la calle 21 de Marzo, donde nació un meritito domingo de Carnaval: un 14 de febrero de 1935, por ello, dicen, ya traía el espíritu de la fiesta en su ser.
Es decir, nació con talento y sensibilidad. El cual se desarrolló al estudiar en la preparatoria Pro Cultura Regional, antecesora de la Rosales, atendiendo de manera particular las clases de la Nana Ramírez, quien descubrió e impulsó su vocación por estas ramas del artes; ya que en esa preparatoria se forjaron grandes profesionistas y hasta políticos; en una época donde el Carnaval ya era sinónimo de identidad para los mazatlecos.
Fue en la misma Preparatoria donde hizo sus pininos al realizar una representación de la Leyenda de Iztacíhuatl, volcán del Valle de México.
A partir de ese hecho, Leopoldo Reyes Ruíz, Pape Grillo, quien era el encargado del comité del Carnaval en la década de los cincuentas le encargó algunos carros alegóricos. Sin embargo, por presiones familiares, tuvo que irse a la Ciudad de México a estudiar en la UNAM la carrera de Odontología; sin embargo se daba sus escapadas a Mazatlán.
Su primer carroza real la hizo para Lupita Rosete, reina del Carnaval de 1960; quien desfile sobre el cuerpo de un cisne en razo rosa, la cual fue un éxito rotundo. Explotó los diseños y coloridos reales europeos inspirándose en las reinas Europas como María Teresa de Austria, María Antonieta de Francia, Isabel de Inglaterra, entre muchas otras.
Posteriormente se convirtió en la mano derecha de Héctor Díaz y Valdez en los diseños y organización del Carnaval a lo largo de muchos años, donde las carrozas crecieron en longitud al pasar de los 7 hasta los 14 metros; y a partir de los noventas Rigo hizo crecer las carrozas en altura.
La del Ángel del Centenario del Carnaval en 1998 llegó a los 17 metros.
Rigoberto Lewis Rodríguez nunca viajó a Europa por su pavor a viajar en avión, sin embargo conoció los palacios, salones de baile, esfinges, monumentos y detalles gracias a los libros y fotografías; las que utilizó para dar vida a las creaciones que hicieron el deleite de mazatlecos, nacionales y extranjeros a lo largo de 55 años.
Lo mismo las esfinges con Cleopatra en el Carnaval de 1974 encabezado por María Teresa Bastidas; que el carruaje medieval jalado por dragones de Libia Zulema en 1970 o los espejos de Versalles en la carroza de María de los Ángeles Torres en 1977; y así, así, así en largo viaje por todas las culturas y reinos reales e imaginarios desde Fenicia hasta China e India, desde Camelot a la Antartida; sin faltar Persia, Roma y Grecia.
Cada carroza era distinta y majestuosa
A lo largo de su vida conservó miles de diseños, documentos, fotografías y material diverso que esperaba, algún día pertenecieran al acervo de un Museo del Carnaval; sueño de Rigoberto Lewis que no se ha cumplido todavía.
Este es un sueño que no ha visto cristalizado.
Este día, donde recordamos su partida, es el momento justo en que las autoridades carnestolendas deben de fijarse un plazo para cumplir ese sueño.