DOS VECES AL AÑO PODIAN DUCHARSE Y COMER UNA VEZ AL DIA.

Abusos sicológicos, sexuales y de carácter humanitario son los que sufrieron los trece hijos de una pareja de trastornados de nombre David Allen y Louisa Anna Turpin en un domicilio en  la ciudad de Parris, California.

Este punto se encuentra ubicado en el condado de Riverside, a un costado de Los Ángeles.

Estas dos personas ya comparecieron ante el tribunal y de acuerdo con especialistas pudieran enfrentar una pena de prisión de 90 años; pues suman 20 los cargos presentados por el Fiscal en su contra.

La noticia de los abusos en la llamada como “la casa de los horrores” salió a la luz pública luego de que una de las hijas escapara –tras dos años de estarlo planeando- y diera parte a las autoridades, mismas que rescataron a los otros doce hermanos, algunos de los cuales se encontraban atados a las patas de sus camas.

Se dice que solamente les permitían bañarse dos veces al año y recibían un alimento por día. Encontraron mucha orina en las habitaciones de estas personas cuyas edades fluctúan entre los 2 y 29 años de edad.

Han sido trasladados a diversos hospitales primeramente para que se recuperen de anemia severa y posteriormente ser sometidos a tratamiento psicológico.

El fiscal del condado de Riverside, Mike Hestrin, ha presentado más de una veintena de cargos contra cada uno de ellos que incluyen detención ilegal, abuso a menores, abuso sexual, y tortura. “Hay casos que te persiguen, algunos porque muestran la depravación humana, y este es uno de ellos”, ha dicho Hestrin. Ambos se enfrentan a una posible pena de 90 años de prisión.

La Fiscalía busca ahora pruebas para apuntalar la acusación contra los Turpin. “Alguien debió ver algo”, ha indicado Hestrin. Además, se les ha permitido a los niños escribir diarios que podrían constituir por sí mismos “pruebas sólidas” de los abusos sufridos.

Betty Turpin, la madre de 81 años de Dacid Turpin afirma que la familia de su hijo era como “cualquier familia común” y que “tenían tan buenas relaciones”.

Sin embargo, una hermana de Louise Anna Turpin, quien convivió con la familia hace años, ha contado su experiencia en esa casa de los horrores. La mujer ha admitido que siempre habían tenido un “comportamiento extraño” y que cuando vivió con ellos, el marido entraba en el baño mientras ella se duchaba y la miraba como si fuera una broma.

“Siempre habían tenido un comportamiento extraño, distante, sólo hablaban por teléfono y nunca querían que fuera a visitarlos”, ha confesado.

“No se les permitía [a los hijos] mirar televisión. No se les permitía hablar por teléfono, tener amigos, cosas así. Cosas normales que hacen los niños”, ha recalcado

Ahora, los investigadores están tratando de determinar si la religión desempeñó un papel determinante en el encarcelamiento y la supuesta tortura de los niños de los Turpin.

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