SEAMOS CLAROS: La nave en la tormenta

Oliver Velasco*

México es un país rico en ideologías, en cultura, en formas de pensar, podemos encontrar debates teóricos riquísimos entre intelectuales y gente del pueblo. El gran abanico de pensamientos de nuestro país asoma pensamientos tan eclécticos como: feminismo católico, cultos prehispánicos que generan sincretismo con la iglesia, conservadores neoliberales, socialistas que apuestan por el libre comercio, etc. Esta riqueza podría hacer pensar que el dialogo es fructífero y gira en el ámbito político en torno a las ideas y los grandes debates que determinen un rumbo para el país, pero por desgracia esto no es así.

Existe un caso muy curioso aquí, tenemos grandes posiciones aparentemente que en realidad no lo son. La oposición es tildada de derechista y ahora mismo en varios artículos se habla de “las derechas”: que si FRENAA, que si la BOA, que si TUMOR, que México libre, etc. Algo atípico de la derecha es la fragmentación y esta se puede explicar por una cuestión de fondo; lo que se asume como derecha no es derecha, ni siquiera es concebida bajo una ideología propia de derecha, y es que desde hace mucho tiempo se ha desdibujado de la política nacional el carácter ideológico de los movimientos, aunque se haya mantenido en el discurso y como arma demagógica todavía tenga impacto.

Hace algunos años se utilizaba el discurso ideológico contra la izquierda, en especial contra el comunismo. Era casi un cuento para espantar a los niños: “no votes por ellos, porquè te van a quitar todo lo que tienes”. Ahora el panorama es similar pero al revés: “no votes por esos porqué te van a privatizar hasta el aire que respiras”. Pero los gobiernos nos han enseñado que sin importar el discurso que manejen van a privatizar o van a expropiar. No se sigue una ideología y ese es un problema mayúsculo: porque si no hay un camino, mucho menos un destino. Las ideologías son el camino que se debe seguir para un destino de sociedad creado.

Una sociedad libertaria pretende una mejora en la calidad de vida de los individuos a través de la apertura del mercado y la reducción de las barreras en el comercio y en las restricciones a las libertades individuales, de esta manera los individuos podrán explotar todo su potencial siempre que el estado respete sus libertades y funcione únicamente como vigilante de sus derechos. Para un sistema de estado de bienestar, el libre comercio no es la única manera, sino que es necesario garantizar mínimos de bienestar a los individuos para que dicha competencia tenga un piso parejo. En un sistema de izquierda estos mínimos deben cubrir todos los aspectos de la vida de los individuos para garantizar que no sean explotados de ninguna manera y por ende se requiere de un sistema burocrático mucho más grande. De esta manera todos tienen como fin un tipo de sociedad meta, sin embargo si no es reflejada en la ideología esta sociedad meta a duras penas podría existir.

Como hemos podido ver no hay derechas y por ende tampoco hay izquierdas. Lo podemos ver en la lucha por la dirigencia del partido en el poder actualmente. Morena no sólo está luchando por saber quiénes son sus líderes, sino por saber quiénes son fuera de un movimiento alrededor de un solo hombre. La discusión alrededor de la elección interna en ese partido tendría que estar alrededor de un proyecto de nación, pero los discursos que se dan son para señalarse unos y otros como más cercanos a la figura del presidente. Pocas son las ideas de un rumbo político, es más probable escuchar discursos de descalificación entre candidatos, discursos de cercanía al presidente, discursos de proyectos electorales, que discurso de proyectos de nación que determinen la ideología del partido y como lograran que sus simpatizantes transmitan que dicho proyectos es el mejor.

Esto no es exclusivo de Morena, todas las organizaciones partidistas se encuentran en esta crisis de identidad. Podríamos culpar a nuestro sistema electoral al respecto, el hecho que el presupuesto asignado a los partidos políticos tenga que ver con el total de la lista nominal y no con el número de votantes efectivos de cada partido es un motivo matemático por el cual a estas organizaciones, simplemente no les importe generar lazos de cercanía con los votantes basados en ideas políticas, porque en realidad no tienen que convencerlos para recibir dinero, sino con mantener los mínimos para no perder el registro ellos recibirán una buena tajada del presupuesto. Pero más que ello, es una cuestión de cultura política, de cómo se visualiza al poder en México,  hay muchos dichos al respecto: “Un político pobre es un pobre político”, “Se las dejamos ir doblada compañeros”, “Al diablo con las instituciones”, entre otras expresiones, reflejan el poco conocimiento que hay sobre la labor de un funcionario público.

La cultura política debe ver a la vida pública como un servicio que se le hace a la nación, como un medio para ejercer las capacidades de decisión en torno a las expectativas de vida de los ciudadanos. El político en la Grecia clásica tenía que ser el individuo más preparado en todas las áreas del conocimiento a fin de poder tomar determinaciones adecuadas ante las contingencias, debía ver su labor como un servicio para la gloria y la grandeza de su polis. La cultura política es algo que en estos momentos y más que nada pone en riesgo la vida pública de México. Pero estos mensajes no serán escuchados porque desde aquellas curules, sillas presidenciales y salas de guerra de los partidos políticos lo único que se vislumbra es la lucha por el presupuesto, los escaños y los puestos. Mientras tanto continuaremos a la deriva y la esperanza de la gente seguirá siendo usada como moneda de cambio, hasta que o lleguemos a buen puerto o nos hundamos.

*Profesor de la Universidad Autónoma de Sinaloa en la Facultad de Ciencias Sociales en las licenciaturas de economía y sociología. Licenciado en filosofía maestro en estudios filosóficos por la Universidad de Guadalajara, maestro en gestión pública aplicada por el Tecnológico de Monterrey campus Guadalajara. Actualmente doctorante en la Universidad Autónoma de Nayarit/ Integrante de Unidad Democrática Sinaloa.

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