ARTE CON SABOR A TEJUINO: NAVAJAZO: Un magneto morboso, irresistible.

Miguel Ángel Domínguez Mancillas.

Moralmente debo advertir que el contenido presente en esta cinta es de mucha crudeza: drogas, porno y violencia son mostrados sin cuidados a lo largo del breve metraje. No todos tendrán problemas con esto, al igual que no todos lo verán con facilidad. Queda a la discreción de cada quien.

Navajazo (2014) ópera prima documental del guanajuatense con espíritu de fronterizo, Ricardo Silva, es una mirada a las comunidades marginales de la tierra que lo vio crecer: Tijuana.

Aborda drogadictos, migración, pornógrafos, asesinos, el videohome y personajes peculiares en su construcción de una imagen apocalíptica encontrada en la otredad, reforzada por textos transitorios dibujados sobre grabaciones sabor VHS. ¿Pero qué otredad? ¿La de los que habitan la pantalla o los postrados frente a ella?

Si el lector decide visitar los mundos de Navajazo, sugiero como ejercicio de este texto cuestionarse lo siguiente al terminar o abandonar la película:

-¿Qué sentí al ver esto y por qué lo sentí? -¿Me es ajeno lo que veo? -¿Conocí mejor lo ajeno? -Me gustó lo que vi, ¿Por qué? -No me gustó lo que vi, ¿Por qué lo seguí viendo? -Dejé de verla, ¿Por qué lo hice? -¿Me siento más cerca o lejos de esta gente? -¿Veo a esta gente como humanos, personajes o caricaturas?

La presentación apocalíptica de Navajazo pretende repensar los escenarios, comunidades y actitudes presentes en el encuadre destructor de comodidades cotidianas: ¿Cómo es posible que mientras yo veo esto en mi sillón alguien más se inyecta heroína en el Borde de Tijuana? Atenta incomodar a las audiencias, asquearlas con la absurda crudeza desplegada frente a la cámara, cosa que acaba cuestionando sus propias intenciones contra los personajes y al público que se dirigía. Corregiré rápido que ambas preguntas no serán contestadas certeramente por este texto, o simplemente no tendrán respuestas, pero vale la pena reposar una cinta tan libre como esta, que fácilmente podríamos catalogar de amarillista o explotativa, para sacarle jugo a sus entrañas colgantes.

A primera vista Navajazo aparenta ser una aproximación a los guetos tijuanenses (lo es), con empatía y hasta cierta ternura, ejemplo de ello la escena del señor y su hija tocando el xilófono o las breves imágenes de la casa rodeada por juguetes, a pesar de la bizarra impresión que da. Sin embargo, esta delicada capa es pulverizada por la escena del dúo adicto a la heroína en el Borde fronterizo: primero hablan de su adicción, después, uno le da sexo oral al otro a la par que se drogan, sin censura alguna; mientras esto ocurre en forma de créditos aparece Confesiones de una Puta Adicta al Crack, el chiste más oscuro de la cinta.

Tras esto, Navajazo completa su transformación en una cinta a la que le sobra lo morboso, llena de situaciones desagradables; un museo de personajes excéntricos que dan la pinta de ser extras en Mad Max. Con lo dicho tendría argumentos suficientes para etiquetar la cinta como insensible y denigrante, de no ser porque su aproximación al tema me parece completamente apropiada. A Navajazo le importa poco las sensibilidad del que la vea, por algo se remarca tanto la presencia de la cámara y su director, Ricardo Silva. Admite que lo hecho es explotación, y sin embargo, se asume como ejecutor, pues ¿Qué documental no explota? Pero hasta en su propia ficción la cámara no pretende ser el otro que mira a estos sujetos, sino un personaje más, varado en la ciudad del Neo-México post apocalipsis. Igual de valioso es recordar que a los ojos del director (y de una mayoría poblacional en esas tierras) los actos que cometen estos personajes es cotidianidad; algo presente, visto y discutido, no por nada la mayoría de las cosas que enseña son representativas de la imagen tijuanense.

Increíblemente, Navajazo muestra enorme cariño hacia estas personas. Podría llegar a sentirse irónico, pero las secciones del videohome o del Muertho de TJ (músico de la zona) vuelve la cercanía en algo más íntimo de lo que a primera instancia nos plantearíamos: como la sonrisa de un preso, tatuada en la punta de su pene. Es uno mismo desde el confort, lejano a esas realidades, el que lo percibe como el apocalipsis, como el fin del mundo en el que tienes una cama, una laptop y una suscripción al servicio streaming desde el que ves la cinta. Filo le da la injusticia y el horrible contexto tras la situación de cada personaje, aunque el corte limpio solo ocurre bajo nuestros preceptos de otredad, de lo lejano, lo opuesto a nuestras vidas. Por estas razones es que percibo muchísimo más escandalosa una cinta como Gummo de Harmony Korine (1997), ejercicio similar al de Navajazo pero que parte de la ficción.

En el trabajo de Korine se observa la cultura white trash estadunidense, cuyos personajes tuvieron mayor resonancia en mi cabeza, a pesar de ser “ficticios” (sin perder autenticidad) que las realidades cercanas en Tijuana, ya que contrario a las de Gummo, el compartir nacionalidad con las historias de Navajazo facilita su asimilación. Navajazo no es inocente de perpetrar una mirada poco razonada del por qué se dan estas comunidades. Pregunta poco y cuando lo hace, resaltar lo sucio del asunto. ¿Debió haber profundizado más en la vida de esta gente, sus problemas y el cómo se podrían solucionar? Para nada. Funciona bajo la estética de lo rancio. Quiere que cuando suban los créditos te des un baño, y eso solo es posible si su naturaleza confronta la tuya.

Navajazo presume amarillismo al centrarnos en el hombre inyectandose heroína y no en el cómo llegó la heroína a su vida; en la pareja que está junta porque cogen rico y su sexo es ajeno al paradigma del amor y filmarlos teniendo relaciones cuando el pronógrafo que los entrevistó decidió no hacerlo; en si el enmascarado mató a alguien o no dejando de lado sus motivos; es amarilla en varios aspectos, exceptuando lo ético: Navajazo no apunta dedos, no te dice que aquello esté bien y lo otro mal, Navajazo muestra de cerca las cosas, un magneto morboso irresistible, que a su vez, resulta ser de las pocas vías para acercarnos a un mundo/ciudad al borde de la otredad, del país y de los que vieron la cinta en un Festival de Cine y luego la discutieron con una cheve en su mano al concluir los créditos.

Navajazo se encuentra actualmente disponible en la videoteca de Mubi sin fecha de retiro.

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